¡Oh, ama, ama tanto como puedas!
¡Oh, ama, ama tanto como debas!
Llegará la hora, llegará la hora
En que sobre las tumbas te lamentarás.
Asegúrate de que tu corazón arda,
Y sostén y mantén el amor
Tanto como el otro corazón ardientemente lata
Por tu amor.
Y si alguien te comparte su alma
Correspóndele lo mejor que puedas
Dale alegría a cada hora,
¡No le dejes pasar penas!
Y vigila tus palabras con cuidado,
¡Aparta el verbo caustico de tus labios!
Querido Dios, no quise herirlo,
Pero el amado retrocede y se lamenta.
¡Oh, ama, ama tanto como puedas!
¡Oh, ama, ama tanto como debas!
Llegará la hora, llegará la hora
En que sobre las tumbas te lamentarás.
Te postrarás junto a la tumba
Y tus ojos estarán tristes y húmedos,
Nunca volverás a ver otra vez a tu amado,
Sólo la hierba alta y húmeda del camposanto.
Dirás: mírame desde allí abajo,
¡Soy quien se lamenta junto a tu tumba!
¡Perdona mis desaires!
¡Querido Dios, no quise herirle!
Aunque el amado no te vea o escuche
Yace más allá de tu consuelo;
Los labios, que tantas veces besaste, hablan
No de nuevo: ¡Te perdoné hace mucho tiempo!
Sin duda, él te perdonó,
Pero las lágrimas que derramaría copiosamente
Sobre ti y tu palabra impensada
-¡Tranquilízate!- él descansa, ya ha fallecido.
¡Oh, ama, ama tanto como puedas!
¡Oh, ama, ama tanto como debas!
Llegará la hora, llegará la hora
En que sobre las tumbas te lamentarás.
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